La Puerta del Espejo Mágico. Como ya te he dicho, no te puedo decir nada sobre ella que haya visto yo personalmente, sino lo que he podido sacar en limpio de los informes. Esa puerta está tanto abierta como cerrada. ¿Parece un disparate, no? Quizá sería mejor decir que no está cerrada ni abierta. Aunque resulta igual de disparatado. En pocas palabras: se trata de un gran espejo o de algo así, aunque no está hecho de cristal ni de metal. De qué, nadie ha podido decírmelo. En cualquier caso, cuando se está ante él, se ve uno a sí mismo, pero no como en un espejo corriente, desde luego. No se ve el exterior, sino el verdadero interior de uno, tal como en realidad es. Quien quiera atravesarlo tiene que -por decirlo así- penetrar en sí mismo.
He comprobado que precisamente los visitantes que se consideran especialmente intachables huyen gritando del monstruo que los mira irónicamente desde el espejo.
He comprobado que precisamente los visitantes que se consideran especialmente intachables huyen gritando del monstruo que los mira irónicamente desde el espejo.
-Bueno -dijo Atreyu-, pero ¿por lo menos se puede atravesar ese espejo mágico?
-Se puede -confirmó el gnomo-, naturalmente que se puede. Si no, no habría puerta. Lógico, ¿no?
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