domingo, 8 de marzo de 2009

Tu no eres nada util para tus estrellas.... Y las estrellas, van diario a una empresa para tener dinero y poder gastarlo en diversiones y distracciones, levantarse diariamente a trabajar ,la cual pagará a cada uno de sus empleados lo que le toca, enriqueciendose cada vez mas, manteniendo a todos esos empleados que si bien son felices con su vida, no aspiran saber ni hacer nada mas que vivir su vida en continua rutina y finalmente mueren teniendo muchos recuerdos familiares, pero la mayoria de esos recuerdos en su "otro hogar", su empresa a la cual dedicaron su vida, esfuerzos, y sus sueños fueron sometiendose a las metas organizacionales, hasta lograr que su estado de ánimo, decisiones y motivaciones fueran las mismas de la empresa.

Es que acaso hay algo mas que ir a trabajar a una empresa?, Es que acaso este mundo bifocal tiene algo mas que ofrecer que capitalismo o socialismo? Roles, responsabilidades empresariales, lenguaje corporativo, que no tiene gran significado, mas que la importancia que le imprime la "gente responsable", gente importante y seria. Como el hombre de negocios del principito. "Yo soy un hombre serio y exacto" decía, mientras el principito le preguntaba seguidamente, -¿Y de qué te sirve poseer las estrellas? -¿Y de qué te sirve ser rico? -¿Y cómo es posible poseer estrellas?. La gente puede ganar el mundo y perder su alma, las preocupaciones por la economia de las empresas impiden ver que el mundo va a seguir su curso con o sin nosotros. C itando a George Harrison
"the people who gain the world and lose their soul. They don't know, they can't see. Are you one of them? When you've seen beyond yourself then you may find peace of mind is waiting there. And the time will come when you see we're all one & life flows on within you & without you. "

Efectivamente se necesita el dinero para vivir y cubrir nuestras necesidades, si tan solo la gente que se preocupara por la economia también se preocupara por la gente para la cual trabajan, la sociedad. Esa gente que trabaja en las empresas, en lugar de seguir como reloj sus dias, se adentraran en lo que quieren o se preguntaran a donde van y para que hacen las cosas. No solo hacerle bien a la empresa mientras reciben sus sueldos cada mes. La verdadera utilidad de las cosas, como describe Antoine de S. E. en la conversación del principito con el hombre de negocios..

-Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, sólo me han molestado tres veces. La primera, hace veintidós años, fue por un abejorro que había caído aquí de Dios sabe dónde. Hacía un ruido insoportable y me hizo cometer cuatro errores en una suma. La segunda vez por una crisis de reumatismo, hace once años. Yo no hago ningún ejercicio, pues no tengo tiempo de callejear. Soy un hombre serio. Y la tercera vez... ¡la tercera vez es ésta! Decía, pues, quinientos un millones...
-¿Millones de qué?
El hombre de negocios comprendió que no tenía ninguna esperanza de que lo dejaran en paz.
-Millones de esas pequeñas cosas que algunas veces se ven en el cielo.
-¿Moscas?
-¡No, cositas que brillan!
-¿Abejas?
-No. Unas cositas doradas que hacen desvariar a los holgazanes. ¡Yo soy un hombre serio y no tengo tiempo de desvariar!
-¡Ah! ¿Estrellas?
-Eso es. Estrellas.
-¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
-Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio y exacto.
-¿Y qué haces con esas estrellas?
-¿Que qué hago con ellas?
-Sí.
-Nada. Las poseo.
-¿Que las estrellas son tuyas?
-Sí.
-Yo he visto un rey que...
-Los reyes no poseen nada... Reinan. Es muy diferente.
-¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
-Me sirve para ser rico.
-¿Y de qué te sirve ser rico?
-Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.
"Este, se dijo a sí mismo el principito, razona poco más o menos como mi borracho".
No obstante le siguió preguntando :
-¿Y cómo es posible poseer estrellas?
-¿De quién son las estrellas? -contestó punzante el hombre de negocios.
-No sé. . . De nadie.
-Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.
-¿Y eso basta?
-Naturalmente. Si te encuentras un diamante que nadie reclama, el diamante es tuyo. Si encontraras una isla que a nadie pertenece, la isla es tuya. Si eres el primero en tener una idea y la haces patentar, nadie puede aprovecharla: es tuya. Las estrellas son mías, puesto que nadie, antes que yo, ha pensado en poseerlas.
-Eso es verdad -dijo el principito- ¿y qué haces con ellas?
-Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez -contestó el hombre de negocios-. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!
El principito no quedó del todo satisfecho.
-Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!
-Pero puedo colocarlas en un banco.
-¿Qué quiere decir eso?
-Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.
-¿Y eso es todo?
-¡Es suficiente!
"Es divertido", pensó el principito. "Es incluso bastante poético. Pero no es muy serio".
El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes de las ideas de las personas mayores.
-Yo -dijo aún- tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea. Pero tú, tú no eres nada útil para las estrellas...